Texto: Rosana Cheirasco
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El lugar de encuentro con Pepe fue su casa de Ciudad Vieja. Una típica casa de las primeras décadas del siglo XX, de zaguán, puerta cancel, balcones a la calle y muchos cuartos que dan a un maravilloso patio con piso en damero (que hace las veces de jardín de invierno) y una suerte de aljibe que nos habla de tiempos viejos.
A la entrada una Santa Rita florecida que Pepe cuida con mucho cariño y a nosotros nos lleva a imaginar a Imilce, la vecina que barría la vereda.
Allí en ese barrio que sobrevive al paso del tiempo, donde la gente es amable y humilde, transcurrió esta charla en la que recorrimos la vida de Pepe Vázquez, y conversamos de Papel de viento, la obra con la que piensa despedirse de la actuación.
El cariño y la gran admiración que le profesa el público al que ha dedicado su vida, le borró definitivamente el nombre de pila. Es simplemente Pepe Vázquez, actor y director de primera línea del teatro nacional cuya solvencia lo proyectó a todo el continente. Cuando la dictadura se instaló en Uruguay, se hizo costarricense por adopción, convirtiéndose en uno de los pilares esenciales de buena parte de la cultura que enriqueció al país centro americano.
Ha ganado varios premios pero el máximo se lo otorgó a si mismo, cuando se animó a publicar Las Memorias de un Tipo Descosido (Planeta, 2015) una crónica en homenaje a su compañera de vida.
En un tiempo cuyo denominador común fue la tragedia, este olimareño de la década del 40 del siglo pasado se convirtió en un pilar de referencia ineludible por su capacidad para humorizar a sus personajes sin apartarse nunca del humor, como suele decir Pepe: “El humor es un condimento esencial de las relaciones humanas.”
Es dueño de una humildad personal enorme: “Lo primero que suelo decir cuando la cortesía obliga a los elogios, es que nosotros los actores somos nada más -o nada menos- que el resultado de la labor de grandes maestros, tal como en realidad ocurre en todas las generaciones. Yo además, pude nutrirme de actores que me enseñaron generosamente como Nino Tenuta, Enrique Guarenro, Alberto Candeau, Maruja Santullo, Estela Castro, Estela Medina, Nelly Antúnez y tantos.
Ejercían esencial influencia los docentes de la escuela de arte dramático. “Yo hice un año en El Galpón y después me fui a vivir a Cuba, apenas triunfó la revolución, porque no quería que me la contara nadie, quería vivirla.” Cuenta que esto sucedió en un grupo que dirigía Amanecer Dotta. Allí el teatro estaba profesionalizado y le pagaron desde el principio “Amanecer me hizo preparar una escena, porque se iba a seleccionar un grupo para llevar el teatro a la montaña. Me integré a la brigada de Teatro Coba Rubia, conocido autor de sainetes.”
“Yo siempre leí mucho, desde los 4 años. Mi madre era maestra, pero sus únicos alumnos fuimos mis cuatro hermanas y yo. Después tuve la influencia de mi primo Julio Da Rosa, un personaje inolvidable para mí”.
“Lo primero que hice cercano al teatro fue ser apuntador en el teatro del liceo de Treinta y Tres. Era el Uruguay sólido con una escuela y un liceo públicos que eran un verdadero tesoro.
El plan familiar seguramente no incluía un actor: por supuesto mis padres, a quienes quise mucho, imaginaban un hijo universitario. Pero yo busqué otro destino. Mi amor por los libros y una cosa trae la otra: el cine, la lectura, todo me dirigió al Teatro”.
Inevitablemente la conversación nos lleva a Imilce. Cada una de las muchas piezas de su casa de Ciudad Vieja nos trae su recuerdo. Con una sonrisa nos cuenta que “todo empezó en un restorán de comida macrobiótica, acá cerquita, después vinieron los años de vida y trabajo compartido. La construcción de la pareja, televisión juntos, el nacimiento de María Clara y el doloroso exilio.” Por último, “la vuelta al paisito a seguir peleando.”
Pienso que a Pepe, este hombre notable por su sencillez que dice haberse vuelto con los años un viejo demasiado sensible, le quedan todavía muchos aplausos por recibir y muchas noches de esas, que como decía Alberto Candeau, cada una es un estreno. Y si no, miren la cartelera.
Papel de viento
Papel de Viento es un espectáculo teatral, musical y poético. Una metáfora que va al rescate de la memoria y, con ella, resalta el valor esencial de la palabra y del humilde oficio de artista a través del tiempo.
El espectáculo es una fábula inspirada en el universo de Beckett. Dos comediantes de la legua (como establecía la Ley en el Renacimiento y el siglo de oro español, los actores debían permanecer a una legua del lugar donde actuaban) recorren el camino en un pequeño carro, al igual que Tepis transitan los senderos de la memoria. Pepe Vázquez y Daniel Pollo Piris recorren el camino y la historia de sus vidas, aquello que da sentido a su profesión. Se escucha la voz de grandes poetas y autores como César Vallejo, León Felipe, Shakespeare y Brecht.
Cansados inseguros, algo desorientados, se acompañan en una relación entrañable, fraternal y artística, revitalizándose y dando sentido a sus vidas a través del profundo compromiso con sus principios y su arte.
Sin duda, la vida puede ser dura y pobre, pero en la escena resplandecerá siempre.
Pepe Vázquez y Pollo Piris recrean escenas, poemas y canciones. Es un esfuerzo constante por no olvidar, se encuentran con fragmentos sueltos de algo esencial que en el desarrollo de la obra tendrá un sentido inesperado.
Se alude a la Guerra Civil Española, una herida aún abierta que es símbolo del enfrentamiento entre la posición libertaria e idealista contra el oscurantismo y la fuerza bruta. A través de la voz de algunos de los poetas esenciales de esa época se recuerda a los derrotados, los olvidados, los anónimos y los que no están.
Conscientes de lo efímero y significativo de nuestro pasaje por la vida, los personajes no olvidan que en todo libreto habrá un final.
La larga peripecia profesional de Pepe Vázquez atraviesa el espectáculo y varios textos y anécdotas de su trayectoria, se integran a un guion que surge de su iniciativa y pretende ser un homenaje a su carrera y en ella, a la de tantos artistas que han dejado la vida en las tablas.
Pepe dice que quiere retirarse con esta obra y aunque así no sea, sin lugar a dudas, Papel de Viento simboliza su enorme legado.
Espacio escénico
La escena frontal es un espacio vacío donde aparecen algunos restos significativos: una rama caída de un árbol que ya no está, ropas, huesos. Es hoy y es siempre. Al fondo un ciclorama blanco. Un carro donde llevan sus pertenencias y lo que van recogiendo es el elemento escenográfico.
Ficha técnica
Intérpretes: José Pepe Vázquez, Daniel Pollo Píriz.
Dirección y Dramaturgia: Enrique Permuy.
Vestuario: Graciela Abeledo.
Iluminación: Victoria Tello.
Elementos Escenográficos: Gustavo Petkoff.
Producción: Polizón Teatro.
Papel de Viento fue seleccionado en el llamado de Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura (2020), y también fue seleccionado por la Fundación Itaú.