El precandidato del Partido Nacional, Álvaro Delgado, dijo hace algunos días que en Uruguay todo está mucho mejor que en 2019. Sin embargo la realidad parece ser una muy diferente. Si ponemos foco en la infancia, los niños no solo son más pobres que en 2019, sino que también los matan más, tras el alarmante aumento de casos de niños baleados. En los últimos días se registraron algunos episodios que sacudieron a la sociedad uruguaya que le costaron la vida a niños: el asesinato de Chaiara en el barrio Peñarol, y la muerte de un niño baleado en el ataque a una finca en Malvín Norte, episodio este último también enmarcado en la lucha de bandas dedicadas a la venta de drogas.
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En las últimas horas diferentes organismos de gobierno se reunieron para tratar la situación de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia. Participó el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), la Suprema Corte de Justicia (SCJ), la Fiscalía General de la Nación, el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU), la Administración Nacional de Educación Pública (Anep) y la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE).
El subsecretario del Ministerio del Interior, Pablo Abdala, dijo que el objetivo de las instituciones es mejorar la respuesta entre todos. "Estamos buscando medidas y estamos buscando caminos para perfeccionarlo, desarrollarlo de la mejor manera posible", dijo. Para el jerarca es importante que la ciudadanía asuma la responsabilidad y colabore con ANEP, INAU y MIDES
Se duplicaron los niños heridos de bala
“Uruguay duplicó en los últimos cinco años la cantidad de niños heridos de bala. El Hospital Pereira Rossell, principal emergencia pediátrica del país, atiende cada mes a al menos dos menores de 15 años por esa causa. En 2016 eran cinco, en 2022 fueron 27”, comentó la periodista Patricia Madrid en su programa radial Así nos va (Carve).
Madrid dijo que cuando los adultos responsables de esos niños son confrontados por los médicos, suelen aducir el mismo argumento: “balas perdidas de los enfrentamientos de los narcotraficantes”. Sobre eso, la comunicadora citó un estudio del mencionado centro de salud divulgado recientemente por el periódico El Observador. En dicho trabajo se establece que el 62% de los niños baleados que se asistieron en el Pereira Rossell por heridas de bala fueron víctimas de hechos de violencia.
"Garantizar la seguridad es un deber del Estado"
La diputada del Frente Amplio (FA), Cristina Lustemberg, se refirió en su cuenta X a los últimos acontecimientos de violencia contra niños y niñas en Uruguay: "Ser indiferentes ante tragedias derivadas de situaciones entre adultos que exponen jy cobran las vidas de niñas y niños nos define como sociedad. La protección de la infancia va más allá del ámbito familiar, inteprelándonos como sociedad especialmente en momentos límites. Garantizar la buena convivencia y la seguridad de todos y todas en su más amplio espectro es un deber del Estado y de la sociedad en su conjunto. No podemos naturalizar más la muerte de ningún niño o niña, porque no tiene justificación alguna, al estar expuestos a situaciones que no han elegido".
Crece la pobreza infantil
La pobreza infantil en Uruguay se encuentra en un preocupante 20,9%, contrastando significativamente con el 1,8% registrado en personas mayores de 65 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2023. Estos números revelan una desigualdad marcada entre generaciones, posicionando a Uruguay como el país con la mayor infantilización de la pobreza en América Latina.
Según la Encuesta Continua de Hogares publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la pobreza entre niños menores de 6 años es 11,6 veces mayor que la de los adultos mayores de 65. Esta disparidad refleja una tendencia en las políticas públicas, que, aunque efectivas en proteger a los adultos mayores a través de un sólido sistema de seguridad social, han dejado desatendidas las necesidades de la infancia uruguaya.
Los datos revelados muestran que la pobreza se concentra en la primera infancia, con uno de cada cinco menores de seis años viviendo en condiciones de pobreza.