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Política Ache | Marset |

Caso Marset

La confesión de Ache: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Desde setiembre todos en el Ministerio del Interior sabían que Marset era un "narco peligroso", dos meses antes de que Maciel se lo dijera a Ache.

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Para aventar sospechas infundadas, quiero hacer constar que nada más lejos de mí que creer en la ingenuidad de Carolina Ache, joven abogada que se desempeñara como subsecretaria de Relaciones Exteriores desde el inicio de este gobierno hasta que renunciara hace unos pocos meses, luego de que en el sector Ciudadanos, al que ella pertenecía, aparecieran voces que cuestionaran su actuación en el otorgamiento de un pasaporte uruguayo al narcotraficante Sebastián Marset, preso, por falsificar un documento paraguayo, en una cárcel de Dubái.

Tampoco voy a abogar por ella porque, además, me temo que si lo hago, la perjudico.

Sin conocerla, su actitud en el episodio, por lo que he podido averiguar y por sus declaraciones recientes, especialmente las que escuché en Desayunos informales, me resultan creíbles.

No es necesario consignar que entre machos con mucha experiencia, astutos, duchos en estas lides y ocasionalmente oscuros, como Luis Alberto Heber, Francisco Bustillo y Alejandro Balbi, Carolina Ache es poco menos que Bambi con tapado Armani, cartera Versace y zapatos Gucci con taco aguja.

Esto quiere decir que si bien no me cae especialmente simpática, esta vez le creo.

Políticamente, me siento muy lejos de ella, pero no puedo ignorar que la princesa ha caído en una trampa.

Ella es parte del sector más de derecha del Partido Colorado e integra una de las familias más poderosas de Uruguay.

Su esposo es potencial beneficiario de una inmensa herencia, aún esquiva, que tarde o temprano recibirá.

De lo que no puede caber ninguna duda es que desde setiembre todos en el Ministerio del Interior sabían que Marset era un “narco peligroso”, dos meses antes de que Maciel se lo dijera a Ache y ella les advirtiera al respecto. De lo que no puede caber ninguna duda es que desde setiembre todos en el Ministerio del Interior sabían que Marset era un “narco peligroso”, dos meses antes de que Maciel se lo dijera a Ache y ella les advirtiera al respecto.

No obstante, de alguna manera me solidarizo con su valiente actitud de defenderse cuando la quieren hacer chivo expiatorio de una trama oscura en donde su participación, si la hubo, fue marginal.

Respeto, además, su autoimpuesto silencio desde su sorpresiva renuncia porque no recuerdo ninguna declaración suya en la prensa desde ese momento hasta ahora.

Van a hacer seis meses desde su alejamiento de la cancillería y aunque hubo variadas versiones y numerosas sospechas, nadie logró que ella explicara los motivos últimos de su salida del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRREE) y de su dimisión en el cargo al que había llegado de la mano de Ernesto Talvi.

Es más, se ha construido un relato que la penalizaba y exoneraba de responsabilidad a quienes eran los verdaderos responsables.

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CHATS EXCLUSIVOS: WhatsApp entre Paula Rolando (secretaria de Ache) y Santiago Vitale (Asuntos Consulares) 03/11/2021.

CHATS EXCLUSIVOS: WhatsApp entre Paula Rolando (secretaria de Ache) y Santiago Vitale (Asuntos Consulares) 03/11/2021.

Hay pocas actuaciones notorias de la Dra. Carolina Ache en esos dos años en que se desempeñó casi huérfana de espalda política, en un Ministerio en que el ministro, Francisco Bustillo, no era de su partido y con el que tenía relaciones que la prensa calificaba como “tirantes”, con un creciente distanciamiento de su sector Ciudadanos y con una indisimulada simpatía con Pedro Bordaberry.

Lo que más recuerdo es un incidente en que 70 mujeres del MRREE le hicieran llegar una carta firmada dándole cuenta del acoso que sufrían.

En la ocasión, presidiendo la Comisión de Género del ministerio, sugirió formalmente al ministro que iniciara una investigación administrativa.

Recuerdo que el ministro no solo no dispuso tal investigación, sino que la removió de la Comisión de Género y nombró a otra persona masculina de su confianza. Con eso dejó conformes a los hombres de la corte.

No quería dejar pasar el hecho de que se trata de una mujer, lo que permite que un machirulo como el senador Sebastián da Silva quiera desacreditarla diciendo que ella pretende notoriedad para lucirse entre “sus amigas de Carrasco”.

En verdad, me llama la atención que ante una barbaridad tan monumental como la de haber dado un pasaporte a un narcotraficante preso en una cárcel emiratí, haya aceptado renunciar a la subsecretaría cargando con la sospecha de que ella tenía alguna responsabilidad en semejante disparate.

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CHATS EXCLUSIVOS: WhatsApp entre Pauline Davies (directora de Asuntos Consulares) y Álvaro Ceriani (embajador en Dubái) 21/09/2021.

CHATS EXCLUSIVOS: WhatsApp entre Pauline Davies (directora de Asuntos Consulares) y Álvaro Ceriani (embajador en Dubái) 21/09/2021.

Está claro que a nadie en su sano juicio y con cierto grado de honestidad intelectual se le puede haber pasado por alto que ella no podía ser la única ni la principal responsable, pero el haber recibido en una audiencia a Alejandro Balbi, con su fama de abogado pillo y compinche en el fútbol de su tío Eduardo Ache, tendió un manto de sospecha indeleble a la actuación de Carolina Ache en el mencionado episodio, máxime que justamente Balbi fue el encargado de gestionar el pasaporte, el que lo obtuvo en un breve lapso, el que movió todos los contactos que podía para obtenerlo a las apuradas para que Marset no fuera extraditado a Paraguay, el que eventualmente cobró por su “trabajo” y el que puso arriba de la mesa todo lo que había que poner.

Sobre esto ya escribí que parecía menos un trabajo de abogado defensor que uno de complicidad para la fuga, pero me dicen que algunos abogados lo hacen y es legal.

Si cobró por el trabajo, es legal; si lo hizo honorariamente, es sospechoso.

A nadie importa de donde provienen los recursos.

Ni siquiera si son de una colecta de 500.000 dólares que, según surge de una investigación judicial, se hiciera en Paraguay con el propósito de obtener la libertad de Marset.

Lo cierto es que Carolina Ache dice que recibió a Balbi como a cualquiera que le pidiera una entrevista, que no sabía cuál era el motivo y que la reunión duró escasos minutos porque, interrogada sobre si la valija diplomática a Dubái ya había salido, ella respondió que sí.

Tengo entendido que Balbi solicitó tal entrevista el 17 de noviembre y Ache lo recibió una semana después, el día 24.

No sé si la valija diplomática había sido despachada antes del 17 o en el lapso entre el 17 y el 24, pero es obvio que de haber sabido que Balbi estaba interesado en eso, le hubiera respondido en ese momento y desestimado su interés, o advertirle que todavía estaba a tiempo si aún lo estaba.

Debo creer que Balbi ya tenía el pasaporte en su bolsillo y que habría hablado con una docena de funcionarios para acelerarlo.

Por algo estaba interesado en despacharlo rápidamente a Dubái, lo que se hizo ulteriormente por un familiar de Marset.

La entrevista con Ache es la única que trascendió y por eso se tejieron todo tipo de conjeturas, pero los hechos parecen señalar a quienes expiden y tramitan los pasaportes y a quienes lo entregaron a Balbi o a quienes sabiendo que había un narcotraficante preso en Dubái nada hicieron para adoptar precauciones para que no pudiera fugarse.

Por el contrario, se facilitó la fuga expidiendo un pasaporte sin ningún tipo de restricciones, lo que le ha permitido viajar y permanecer prófugo de la Justicia paraguaya hasta ahora.

Estoy seguro de que aunque Carolina Ache hubiera querido, no podría haberle entregado un pasaporte a nadie.

Parece de cajón que los pasaportes no son competencia de la vicecanciller.

Dentro del MRREE quien tiene competencia en su tramitación es la Dirección de Asuntos Consulares, que depende directamente del secretario general y del ministro.

Según dice ella, y parece comprobarse en la investigación administrativa, su única relación con el “caso Marset” fue para evacuar las consultas informales (por WhatsApp) que en su momento le hizo el subsecretario Guillermo Maciel.

Según parece probado de las comunicaciones recogidas en la investigación, durante esos contactos puntuales con la Dirección de Asuntos Consulares, oportunamente (Ache) les advierte (a través de su secretaria, Paula Rolando) que Marset era “peligroso”.

Sin embargo, ya desde setiembre, la Dirección de Asuntos Consulares y el embajador en Dubái estaban enterados del narcotraficante preso.

Recién luego de su renuncia se conoce a través del referido expediente administrativo que cuando (Ache) les advierte que Marset era “peligroso” (03/11/2021), ya todos quienes sí tenían competencia en el trámite lo sabían.

Ello surge del intercambio entre la directora de Asuntos Consulares (Pauline Davies) y el embajador en Dubái (Álvaro Ceriani), donde hablan de “un narco que encontraron allá” (21/09/2021).

Surge de la interpelación que cancillería avisó a Interpol durante el trámite.

El ministro sabía porque tanto la Dirección de Asuntos Consulares como el embajador dependen directamente de la Secretaría General y del ministro, Francisco Bustillo, porque estaba copiado en todas las comunicaciones respecto del trámite, porque el enlace con la Agencia Nacional de Inteligencia en el MRREE era López Fabregat, jefe de gabinete del Ministro y porque la directora responsable, Pauline Davies, y el embajador en Emiratos Árabes, Alvaro Ceriani, no fueron sancionados como hubiera correspondido de no haber informado al ministro.

Parece evidente que el ministro Bustillo mintió en el Parlamento, que también lo hizo Luis Alberto Heber, que Maciel, conociendo los antecedentes de Marset, solo le expresa a Carolina Ache informalmente su preocupación por la posible liberación de un “peligroso narcotraficante” que si se hubiera producido, “sería terrible”.

Nadie se asombra de que los interpelados, Bustillo y Heber, hubieran planificado una interpelación sobre la construcción de una mentira y solo se cuestiona a Carolina Ache por haber omitido decir en el Parlamento que sus jefes eran unos farsantes y que la única en el ministerio que no sabía de la existencia de Marset hasta la llamada de Maciel era ella.

Paradójicamente, es Guillermo Maciel quien conocía todos los antecedentes de Marset, es quien sabía que se lo estaba investigando, es quien no utiliza los canales formales para comunicarse, advertir o solicitar una acción al respecto y es en su ministerio donde se constata que efectivamente se apuró el trámite, removiéndose al funcionario implicado (Lacoste).

Es más, se conoce que hay un extenso informe sobre Marset del Ministerio del Interior a las autoridades paraguayas y semejante revuelo es imposible que a la Agencia Nacional de Inteligencia, que tiene enlaces en las jerarquías de todos los ministerios, se le haya pasado desapercibido.

Ache dice que no miente en el Parlamento y que su respuesta está sacada de contexto. Antes que se le diera la palabra (lo cual se hizo de improviso y a instancia del Ministro Heber), el subsecretario Maciel acababa de informar al Parlamento que cuando él se comunica con Ache lo hace porque había una investigación en curso sobre Marset.

Hasta ese preciso momento, en la interpelación parlamentaria ella dice que desconocía que lo estuvieran investigando. Jamás se lo habían dicho.

Ache insiste en la interpelación, responde puntualmente a lo preguntado y cuando afirma que Maciel no le había dado ningún detalle, estaba refiriéndose precisamente a esa investigación. Con el diario del lunes es una omisión poco menos que imperdonable.

Obviamente Ache debe estar arrepentida de no haberlo dicho en la interpelación, pero es evidente que de haberlo hecho dejaba en evidencia al ministro Bustillo, que había sostenido que en octubre nadie en cancillería sabía quién era Marset.

Es verdad que en sus declaraciones en Desayunos informales Ache a veces es prudente, evasiva, balbuceante, pero parece firme en lo que dice, aunque resulta evidente que percibe que con sus afirmaciones deja fuera de base a los ministros de Relaciones Exteriores e Interior, que eran sus superiores jerárquicos y que son parte fundamental del gobierno que ella apoya.

Parece más elocuente y firme cuando se siente representada por los artículos de Bordaberry en donde expresa que ella es cabeza de turco y Bustillo no dijo la verdad.

La interpelación, dice Ache, era a los ministros (no a los subsecretarios). En todo caso, es el ministro Bustillo quien debería haber aclarado o ampliado.

El ministro Bustillo tenía en su poder los mensajes de WhatsApp entre Ache y Maciel, probablemente fue oportunamente informado por Davies, por algún otro funcionario de Asuntos Consulares y/o por el embajador Ceriani.

Bustillo, antes de la interpelación, debe haber hablado con alguno de ellos. ¿Lo hizo y le mintieron? ¿No le informaron? ¿Se olvidó?

No es creíble. Y menos lo es si ninguno de ellos fue sancionado, particularmente la embajadora Pauline Davies y el Embajador Álvaro Ceriani.

Evidentemente puede haber hechos que aún se desconozcan y tal vez la investigación de la fiscalía competente logre establecer responsabilidades y eventualmente ilícitos.

Tal vez, conociendo las características muy especiales de este trámite, podría haberse considerado la posibilidad de otorgarle un pasaporte con restricciones de manera que el pasaporte definitivo tuviera que gestionarlo en Uruguay.

Tal vez las responsabilidades sean compartidas entre los ministros, el director de Identificación Civil, la directora de asuntos consulares de la cancillería, el embajador y la cónsul en Dubái.

Tal vez una decena de otros actores que por acción u omisión o aun por negligencia tuvieron participación en el hecho.

Tal vez la propia Carolina Ache sea hallada responsable de algo. De lo que no puede existir duda alguna es que no era un tema que estuviera dentro de las competencias de Ache y no parece haber actuado por fuera de ellas.

Por lo que yo sé y por lo que he podido indagar, Ache no tuvo participación alguna en la entrega del pasaporte a Marset.

En todo caso, su único aporte al tema fue para oportunamente advertir a Asuntos Consulares acerca de su “peligrosidad”.

No puede decirse lo mismo del Ministerio del Interior, donde, como reconocieron, allí efectivamente se apuró el trámite y se removió a un funcionario.

En lo político, Ache fue cabeza de turco. Se la responsabilizó frente a la opinión pública, cuando de los cuatro jerarcas en torno al tema (Bustillo, Heber, Maciel, Ache), precisamente ella era la única que estaba por fuera.

Sus contactos con el tema Marset responden a las consultas informales que le efectúa Maciel, que es quien conocía todos los antecedentes de Marset (por ser el segundo del ministerio al que compete la seguridad pública), que es quien sabía de la investigación en curso, quien no utiliza los canales formales que hubieran correspondido y que en esa oportunidad evita para en todo caso advertir o solicitar una determinada acción y que es quien finalmente reconoce que en su ministerio se apura el trámite.

De lo que no puede caber ninguna duda es que desde setiembre todos en el Ministerio del Interior sabían que Marset era un “narco peligroso”, dos meses antes de que Maciel se lo dijera a Ache y ella les advirtiera al respecto.

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