Obviamente todo el dinero que genera este mercado debe ser legalizado. Para “lavarlo” hay que corromper. Entonces entramos en una noria perversa donde principio y final se confunden. Y queda claro que sin corrupción no habría crimen organizado. Los narcos operan de dos maneras: o te compran o te amenazan y tal vez te maten.
Los mayores cargamentos incautados desde el año 2019 revelan con claridad que los traficantes eran gente medianamente acomodada, empresarios o estancieros. Algunos sin antecedentes pero con problemas financieros graves que vieron en un cargamento la posibilidad de salvarse.
Los traficantes que operan a este nivel en Uruguay no viven en barrios marginales y tal vez algunos ni siquiera vivan acá. Hay quienes, como Sebastián Marset, hasta glorificado por un programa de TV, partieron de la pobreza pero en muy poco tiempo acumularon centenares de millones de dólares. Habrá muchos que lo considerarán un “ejemplo” a seguir.
La historia de Marset es similar a la de los más conocidos capos narcos colombianos o mexicanos. La mayoría absoluta nacieron en la pobreza, de familias desintegradas o inexistentes, no tuvieron educación. El dinero que fluía a raudales liquidó cualquier límite moral.
Compraron policías, militares, jueces y fiscales, empresarios y profesionales, también a políticos entre los que hay varios expresidentes. En 40 años convirtieron al tráfico de drogas en uno de los mayores negocios a escala global.
La cocaína que se compra en Bolivia vale unos 3.000 dólares el kilo. Si se coloca en España, Alemania o Bélgica, que es a donde va la droga que pasa por Uruguay, se vende a unos 35.000 dólares. Pero si llega hasta Hong Kong puede valer 170.000 dólares el kilo. Claro, no todo es ganancia. Una parte importante, casi la mitad se va en la infraestructura del negocio, es decir, acaparamiento, organizar los traslados y coimas. Hay muchos intermediarios y también se deben contratar sicarios.
Se trata de organizaciones gigantescas que operan como multinacionales y cuyos territorios operativos cambian, violencia mediante, muy rápidamente. Por ejemplo, en Europa los traficantes mexicanos y colombianos, que estaban asociados a la mafia siciliana, están siendo desplazados por el Cártel de los Balcanes que reúne a las mafias serbias y albanesas. Además, éstos han montado laboratorios y plantan coca en invernaderos. También producen drogas químicas.
El precio internacional de la droga, en lugar de aumentar por la cantidad de incautaciones, desciende por la superproducción existente.
Obviamente este negocio necesita un mercado. EEUU, el país que más normas impone a las otras naciones, es hoy el que tiene el mayor número de consumidores. Seguramente muchas de las armas que fabrica se venden a los traficantes en el mercado ilegal y es el mayor lavador de dinero sucio del mundo.
Un fracaso tras otro
Uruguay tiene una enorme cantidad de organismos y suborganismos dedicados a combatir el narcotráfico, el lavado de dinero y la corrupción. Todos fracasan con singular suceso.
Fracasa la Policía
La política antidrogas del Ministerio del Interior es un rotundo fracaso. Todo su esfuerzo ha sido destinado a cerrar bocas de pasta base. La cantidad que cerraron varía según sea el jerarca que lo cuente. Pero lo cierto es que no solo no disminuyó el comercio sino que se ha instalado un clima de violencia sin igual, porque los traficantes barriales disputan las zonas. Hoy varios barrios montevideanos están casi bajo control narco.
Mientras persiguen a éstos –la mayoría absoluta no tiene plata para comprar 10 kilos de cocaína–, frente a los ojos de todos ingresan toneladas por aire, mar y tierra. Los que la traen y guardan no viven en ninguno de esos barrios. Difícilmente a ellos les caiga un allanamiento nocturno. Para peor, subsisten importantes nichos de corrupción en la Policía.
Diariamente se difunden operativos antidrogas, mostrando como un éxito el hallazgo de unos gramos de cocaína, algunos miles de pesos y un par de armas, a veces muy viejas. Pero eso es el símbolo del fracaso, porque vale recordar que los 4.000 kilos incautados en Barcelona y que salieron por el puerto de Montevideo llegaron acá por tierra. O sea, recorrieron el país de norte a sur. Nadie vió nada.
El puerto movió más de un millón de contenedores el año pasado. Ahora hay un solo scanner y muy antiguo. Es como imposible controlar algo. En poco tiempo habrá tres nuevos, dos fijos en el puerto y uno móvil.
El próximo gobierno deberá extremar el trabajo de inteligencia policial y de Asuntos Internos si efectivamente se pretende combatir al crimen organizado, que es bastante más que narcotráfico. Pero además tendrá que poner especial énfasis en combatir la corrupción que afecta ya a muchas áreas del Estado.
Fracasa Inteligencia
Según informó Búsqueda, la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado, cuyo director es Álvaro Garcé, se enteró por la CIA y el Mossad que en Lascano había un pibe de 14 años que tendría vínculos con el ISIS.
Garcé fue un fracaso desde el primer día, cuando su “plan de inteligencia” se difundió públicamente por un periodista, apenas lo entregó a la comisión respectiva del Parlamento. Hace 10 días estaba organizando un seminario sobre la presencia de Uruguay en la Antártida, que seguramente tiene mucha importancia desde el punto de vista estratégico. Pero no cabe duda de que un posible atentado masivo es algo que debía estar en el radar de todos, mucho más cuando en Lascano muchos sabían de los planes de esa persona, según lo relataron en varias entrevistas televisivas. Pero su organismo no estaba enterado.
La Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado reúne a todos los organismos de inteligencia del país, sean policiales, militares o los que existen en algunos ministerios.
Si no hubiera sido por la CIA y el Mossad, nadie se habría enterado de la existencia de esta persona en una alejada ciudad rochense. Salvo, claro, que efectivamente concretara sus amenazas de atentado.
Un fracaso llamado pasaporte
En ningún expediente, en ninguna declaración, consta que Garcé haya sido consultado sobre Marset antes de entregarle el pasaporte. La Cancillería tiene un nexo con la oficina de este jerarca, pero parece que a nadie se le ocurrió. Y no fue porque no supieran quién era. El dictamen del fiscal Alejandro Machado expresa con claridad que el canciller y el ministro del Interior, así como sus subsecretarios, mintieron en el Parlamento. Peor, se organizaron para mentir en aquella reunión realizada antes de la interpelación de agosto del 2022, en una dependencia del Ministerio del Interior ubicada en El Prado.
¿Y por qué mintieron? Pues por algo muy obvio: todos sabían que Marset era un “narco peligroso” antes de entregarle el pasaporte. Lo dijo muy claramente el subsecretario de Interior Guillermo Maciel en los chats enviados a la vicecanciller, Carolina Ache. Por eso rompieron un documento público. Pero eso no se debía reconocer porque representaba un enorme fracaso para el Gobierno. Si lo hicieron por burros, necios o corruptos, es algo que aún no sabemos, aunque el fiscal Machado se encargó de señalar que fueron incompetentes, porque al final le dieron un pasaporte a un capo narco, con el que logró la libertad y le permitió permanecer fugado hasta hoy.
Los vínculos con Paraguay
Históricamente, Luis Alberto de Herrera y los Lacalle, padre e hijo, han cultivado una relación muy especial con Paraguay, que no tendría nada de malo, salvo que hoy esa nación es calificada internamente como un narcoestado.
El poderío de las mafias llega hasta las más altas jerarquías. El expresidente, poderoso empresario, también contrabandista, Horacio Cartes, goza de más poder que el propio presidente electo. Los vínculos de Cartes con el narcotráfico están en la mira de la DEA y otros organismos de Inteligencia. En realidad no puede salir de Paraguay. La corrupción imperante en ese país, de la que diariamente dan cuenta los medios, afecta no solo a los políticos sino que llega hasta el Poder Judicial, la Fiscalía, la Policía y las fuerzas militares.
Por la hidrovía circulan anualmente decenas de miles de barcazas. Sólo al puerto de Nueva Palmira llegan unas 3.000 por año.
Es sabido que el denominado Clan de los Balcanes usa la hidrovía para traer cocaína boliviana a la Argentina, y desde allí y por el río Uruguay ingresarla a nuestro país para desde aquí enviarla a Europa. La información fue confirmada por varias fuentes argentinas y uruguayas.
Carlos del Frade, diputado por Santa Fe, pero también reconocido periodista que ha dedicado todos sus esfuerzos a investigar el narcotráfico, asegura que “los controles de la carga que circula por la hidrovía son casi nulos”. O sea, se puede pasar cualquier cosa. Soja de contrabando y droga, por ejemplo.
¿Cómo se controlan las cargas en Nueva Palmira? Nadie lo supo explicar. Pero el asunto se torna más complicado cuando el Gobierno se apresta a autorizar a empresarios paraguayos la construcción y funcionamiento de una terminal portuaria privada y multipropósito en la zona de playa la Agraciada.
La memoria descriptiva del proyecto establece que “la primera de las construcciones será un muelle ubicado aguas abajo, que se proyecta para el atraque y operación de buques oceánicos del lado exterior y del lado interior un área para el manejo de barcazas fluviales”. Uno de los muelles tendría 1.400 metros de longitud sobre el río Uruguay.
Los trámites se han cumplido casi todos, incluso la audiencia pública que establece la ley.
“El propietario del puerto será el Grupo Zapag. La familia Zapag es dueña de la principal distribuidora de combustible de Paraguay con una red de 360 estaciones de servicio. También tiene una importante flota de barcazas para llevar combustible desde el Río de la Plata. Además, son dueños del club Cerro Porteño, tienen negocios en el agro y, cuando se privatizó Petrobras, el que compró la franquicia fue Raul Zapag", informó el periódico digital La Política Online.
Pero también son socios de la productora de pasta de celulosa Paracel, ubicada en la zona de Concepción. Esta obra cuenta con una inversión de 3.200 millones de dólares aportados por el grupo sueco Girindus Investments (Suecia) y Copetrol, propiedad del empresario paraguayo Blas Zapag que logró formar parte gracias a una inversión de 1400 millones de dólares del banco Goldman Sach.
Blas Zapag y Horacio Cartes eran socios, pero ahora se especula con que quiere aprovechar la caída en desgracia del expresidente para comprar sus empresas.
Esta misma semana, el diario La Nación de Argentina informó que “Marset es un hombre clave dentro de la logística del tráfico de drogas por la hidrovía. Usa a su PCU como una franquicia del poderoso Primer Comando Capital, que se expande desde hace más de 20 años desde Brasil”.
Agrega que “en la Argentina, Marset no tiene ninguna causa abierta, aunque su sombra comienza a aparecer indirectamente a partir de algunos secuestros de droga, como ocurrió en julio del año pasado, en un campo cerca de Roque Saénz Peña, donde se estrelló una avioneta con 324 kilos de cocaína, una aeronave de la flota del Clan Lima Lobo, ligado a Marset en Santa Cruz de la Sierra”.
A partir de estas informaciones, ¿no sería pertinente detener, por ahora, la instalación de un puerto privado paraguayo en Soriano? Solo para evitar un nuevo fracaso.