para que mis amigos me puedan tomar.
Yo te sigo siempre a dónde vas
y la sexta vamos a ganar
Y a mí no me interesa en qué cancha jugués
llevo de contrabando un trava al hotel
Nos cogemos al del ascensor
y a la puta de la recepción
Yo soy así, yo soy un falopero desde que nací.
Los días más felices fueron tomando merca
o tomando un cartón
o fumándome un porro viendo a Peñarol…"
En redes sociales hinchas de Uruguay y de distintos países latinoamericanos destacaron el tema y lo catalogaron como la mejor canción del año e incluso del siglo.
Sin embargo, también surgieron comentarios de otras personas que la han criticado por entender que parte de su contenido es discriminatorio.
¿Hasta dónde llega el límite de la pasión?
Las hinchadas son parte del ambiente y de la pasión que despierta en millones de personas del mundo el fútbol. Las canciones aclimatan los partidos y generan una conexión entre hinchas y jugadores que otorgan un distintivo, y hay quienes dicen un plus deportivo.
La interrogante que surge es en relación a si este tipo de canciones son una forma de promover la violencia como práctica de dominación cultural-deportiva o si son tan solo reflejan una manifestación futbolera.
Es necesario apostar mucho más al respeto, sin humillaciones ni discriminación de ningún tipo. La pasión debe ganarle a la violencia.