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Columnas de opinión | Astori | Bergara |

El astori-bergarismo al desnudo

Por Linng Cardozo

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Caras y Caretas Diario

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Plenario del MPP. Se escuchan cuestionamientos a la política económica que dirige Danilo Astori. Toma la palabra el Viejo. Se trata del veterano dirigente tupamaro Julio Marenales: “Perfecto. Que alguien me presente un plan alternativo”. Silencio en la sala. Nadie ese día, ni antes ni después, presentó un conjunto de ideas y acciones que enfrentara eficazmente, desde la izquierda, las acciones que dirigía Astori.

La anécdota viene a cuento como consecuencia de una interesante entrevista que le realizaron en el semanario Brecha al politólogo Juan Esteban Zorzin Rey, un alemán hijo de padres uruguayos.

El doctorado en la Universidad de Berlín analiza en profundidad lo que parece ser el origen del pensamiento de Danilo Astori, Fernando Lorenzo y Mario Bergara y lo sitúa en una de las ramas del neoliberalismo. Ya desde el título, la nota provoca al lector: “Hay que preguntarse por qué la disputa sobre la política económica en la izquierda la ganó el astorismo”.

La pregunta queda sin respuesta en el propio final de la entrevista.

Los límites de la acción

El pensamiento y acción de Astori -como ya lo escribí en una anterior columna- se afirma en un proceso de evolución y reflexión del contador y un grupo de economistas que lo acompañaron desde antes de que el doctor Tabaré Vázquez anunciara en Europa -en la campaña electoral de 2004- que Astori iba a ser su ministro de Economía.

Ya desde sus estudios en Ciedur -en los años 80-, Astori alentaba una idea de desarrollo con claves nítidas en el papel del Estado y la acción privada.

Luego hubo una usina generadora de ideas y reflexiones fomentada por el general Liber Seregni y su elenco del Grupo de Estudios Estratégicos 1815. Las líneas generales de ese pensamiento se podrían expresar en lo siguiente: crecimiento con inclusión y distribución. O sea: al crecimiento -dogma del neoliberalismo- la izquierda le sumaba justicia social y desarrollo.

Pero el astorismo fue más allá. Al tiempo que iba corriendo los límites de la oposición conservadora y oligárquica, asumía elementos que supuestamente le pertenecían al neoliberalismo: cuidado con los equilibrios macroeconómicos, como el déficit fiscal y la inflación. (Estos elementos eran soslayados por la izquierda económica clásica y es, quizás, una de las enormes diferencias que separó a Astori y su elenco con otro economista con cierta influencia en la izquierda, como Alberto Couriel). O sea: Astori debía lidiar a izquierda y derecha.

La investigación

El economista alemán-uruguayo explora las fuentes del pensamiento y sostiene -con datos a partir de testimonios recogidos en su investigación- que el astorismo forma parte de una “corriente neoconstitucionalista del neoliberalismo”. La investigación de Zorzin comienza en el año 2015. “Lo central del neoconstitucionalismo económico es traer la importancia de las instituciones al pensamiento neoclásico, que hasta entonces se fundaba en ideas como la armonía de los mercados, la competencia perfecta, los agentes económicos superinformados. Lo que hacen los neoinstitucionalistas es introducir la noción de la empresa como fundamento de las sociedades de mercado y como una forma de organización social encargada de englobar transacciones, contratos y derechos de propiedad”.

Esta idea dio paso a lo que se llama “nueva economía política”.

El pensamiento astorista puede resumirse en lo siguiente: esto es capitalismo, por tanto nos debemos mover en este escenario sin perder identidades. Ese pensamiento, con la acción de gobierno del FA, fue conquistando cabezas en la izquierda y al tiempo que se aplicaban un conjunto de reformas -la impositiva, la salud, garantías claras en un nuevo sistema financiero, agencias de defensa de la competencia, por ejemplo-, se observaba que bajaban las resistencias internas en el FA a la conducción de Astori. Fue, quizás, el expresidente José Mujica quien resumió ese pensamiento: “Estamos haciendo un mejor capitalismo”. Lo paradojal es que al introducir lógicas duras del capitalismo -como control de la evasión, rigor impositivo, transparencia en el sistema financiero (con una tasa que permitiera crear un fondo para atender crisis bancarias y que la sociedad en el futuro no tuviera que asistir a los malos bancos)- es que algunas corporaciones se resistieron a las medidas. Fue clara, por ejemplo, la oposición de la Asociación de Bancos al Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios.

También las corporaciones empresariales se habían negado a la instalación de los Consejos de Salarios y a la consideración de que el salario era un elemento central de equilibrio social e inclusión y que dinamizaba la economía desde el mercado interno.

Algunos economistas de izquierda -reunidos en una red- proponían avanzar en reformas que básicamente enfatizaban en la necesidad de aumentar la presión impositiva a los sectores más poderosos, sobre todo los que se beneficianan por los altos precios internacionales.

La otra batalla ganada por el astorismo tiene que ver con la generación de riqueza. Me imagino a un adusto Astori decirles a sus contrincantes de izquierda: si yo no genero riqueza, no tengo nada para repartir.

Nuevamente Mujica ensaya una explicación contundente. En declaraciones a Jordi Evole, periodista español, explicó: “Yo no puedo apretar a un empresario porque no puedo matar la gallina de los huevos de oro. Tengo que ser cuidadoso”, mientras miraba una foto del propietario de Cousa, Jorge Gard, un poderoso empresario aceitero.

Otra batalla ganada por el astorismo fue la relacionada con la inversión extranjera. Tradicionalmente la izquierda se oponía a la misma. Pero enseguida de asumir, todo el gobierno de izquierda entendió con sangre y fuego que no se podía contar solo con los capitales uruguayos para generar la mayor cantidad de empleos. En verdad, los uruguayos más ricos colocan la mayoría de sus sus ahorros en el exterior -en la actualidad unos 10.000 millones de dólares- y poco reinvierten en el país. ¿Cómo hacer, entonces? Así se facilitó la inversión extranjera estratégica con algunas claves de sensibilidad de izquierda: respeto de convenios colectivos y ubicación geográfica que atienda zonas deprimidas del país, aunque se prefirió soslayar impactos medioambientales.

Hay datos que siempre son observados por las agencias internacionales. El PIB, perfil del endeudamiento, riesgo país e inflación. Los niveles alcanzados en los gobiernos de izquierda permitieron obtener préstamos a tasas bajas. Equilibrio macroeconómico, botija, parece decir Mujica.

Naturalmente que el poder que otorga el ejercicio del gobierno es un poder limitado, que se enfrenta en la cotidianidad a otros poderes. Un ejemplo de como un poder le pone límites al otro: en 2017 el FA impulsó un nuevo catastro rural porque el vigente parece que es de los tiempos de la patria vieja. Las grandes corporaciones del campo -quizás eso fue el detonante para la creación en enero de 2018 de Un Solo Uruguay- se opusieron radicalmente. La idea no cuajó.

Por tanto, la izquierda en 15 años se movió con firmeza táctica y estratégica, pero también con pragmatismo y flexibilidad. Como reconociendo la puja y que correr los límites de acción es una actividad compleja. (Recuerdo uno de los primeros encontronazos del gobierno de Vázquez. Fue con las empresas de camiones. En el aire estaba el boicot que ese sector le había hecho a Salvador Allende. Era un problema. Vázquez resolvió declarar esencial el servicio y Rossi, Bonomi y Azucena Berrutti dispusieron las medidas para que todo funcionara. Soldados manejando. Sorpresa en los camioneros. El conflicto duró pocos días. No solamente los camioneros le estaban midiendo el aceite al gobierno…

¿Alternativas desde la izquierda?

Al final de la entrevista en Brecha, el periodista le pregunta a Zorzin lo siguiente:

-Si la izquierda quisiera plantearse reformas alternativas, ¿cómo o dónde podría elaborar ideas?

-Es una muy buena pregunta […] hubo una disputa sobre la política económica y la ganó claramente el astorismo. Es interesante preguntarse por qué. Falta quizás ponerse a pensar cosas nuevas. Hay temas como las retenciones, impuestos a la tierra o las empresas públicas que se pueden plantear […] hay que discutir la renta básica, los fondos de sustentabilidad, e inventar cosas nuevas. Pero estoy un poco flojo en ese punto.

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