El Golfo de México fue renombrado a Golfo de América.
Según analistas, este enfoque se alinea con una visión de esferas de influencia, donde Trump busca que EE. UU. domine su propio territorio, dejando que China y Rusia hagan lo mismo en sus respectivas zonas. Como lo expresó un exasesor, Mauricio Claver-Carone: “No se puede ser la principal potencia mundial si no se es la principal potencia regional”.
La Amenaza China y Rusa
El resurgimiento de este enfoque ocurre en un momento clave. En las últimas décadas, China ha consolidado un enorme poder político y económico en América Latina, invirtiendo en recursos estratégicos (litio en Argentina, Chile, Bolivia) y construyendo fábricas (vehículos eléctricos en Brasil). Es también el mayor comprador de petróleo venezolano. Rusia mantiene presencia en países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Funcionarios estadounidenses están adoptando un lenguaje que evoca la Doctrina Monroe. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó: “El hemisferio occidental es la vecindad de Estados Unidos, y lo protegeremos”.
Venezuela
La intervención más notable hasta la fecha es el despliegue del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande del mundo, cerca de Venezuela. Quince mil soldados estadounidenses se encuentran ahora en la región.
Aunque el objetivo declarado es eliminar a los “narcoterroristas de nuestro hemisferio”, esta justificación no explica la urgencia y magnitud del despliegue militar, ni por qué países como México y Colombia (principales conductos de fentanilo) no están siendo atacados.