El montaje mostraba a Trump sentado en el escritorio presidencial, Netanyahu como Chucky en su silla, y Milei transformado en un perro faldero que ladra a los pies del republicano. A sus costados, tres ratas representaban a Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez-Almeida y Santiago Abascal, tres figuras clave de la derecha española.
Una crítica al poder y al genocidio en Gaza
“A mí me interesa el lenguaje y, siendo sincero, tocar los cojones”, reconoció el artista. Según explicó, su objetivo no era el panfleto político, sino la creación de un “retablo de ultraderecha” que exhibiera “las paradojas y contradicciones del sistema”.
La intervención se realizó sin autorización del museo, que, según informaron medios locales, se desvinculó completamente del hecho. No obstante, Miranda detalló que la acción fue planificada con precisión: “Fuimos varias veces durante el año, ubicamos las cámaras, los momentos con menos gente y la logística para meter las figuras”. Las esculturas estaban hechas con estructura metálica, masa de modelar y pintura al óleo.
Miranda, conocido por sus obras provocadoras, ya había ganado notoriedad tras colocar una escultura del rey emérito Juan Carlos disparando con un rifle a la figura del Oso y el Madroño, símbolo de Madrid.
En esta ocasión, su crítica apunta directamente al poder global de la ultraderecha y su relación con la espectacularización mediática. “Puedo poner a estos personajes de la derecha desde una mirada bizarra cinematográfica, que remite a la sociedad del espectáculo”, señaló.
En un contexto marcado por la guerra en Gaza y las tensiones políticas internacionales, la imagen de Milei a los pies de Trump resonó más allá del arte, como una metáfora mordaz de sumisión ideológica y complicidad política.
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