La República Bolivariana de Venezuela confirmó el cierre de su embajada en Noruega como parte de una “reestructuración integral” de su Servicio Exterior. La medida se inscribe en los lineamientos del Plan de la Patria de las 7 Transformaciones (7T), orientado —según el gobierno de Nicolás Maduro— a optimizar recursos, redefinir prioridades diplomáticas y fortalecer alianzas con países del llamado Sur Global.
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El Ministerio de Relaciones Exteriores explicó que esta reorganización es para consolidar una “geopolítica de paz e integración” y reorientar la política exterior hacia regiones consideradas estratégicas para el desarrollo económico, energético y político de Venezuela. En ese sentido, el país reforzará su presencia diplomática en África con la apertura de embajadas en Zimbabue y Burkina Faso, dos naciones con las que el chavismo mantiene vínculos históricos en materia de cooperación Sur-Sur y discurso anticolonial.
La decisión de cerrar las embajadas en Noruega y Australia responde, según Caracas, a un proceso de “optimización y reordenamiento” de recursos. La atención consular y las relaciones bilaterales con ambos países serán asumidas por representaciones diplomáticas concurrentes, cuyos detalles se comunicarán próximamente.
Un cierre con peso simbólico
El cierre de la embajada venezolana en Oslo tiene un significado político relevante. Noruega fue un actor central en los procesos de mediación entre el gobierno de Maduro y la oposición venezolana, organizando rondas de diálogo desde 2019. Las relaciones se tensionaron aún más luego de que le concedieran el premio Nobel de la Paz a la líder opositora María Corina Machado.
El gesto también sugiere un viraje en la estrategia internacional del chavismo con menos énfasis en el eje europeo y más foco en la cooperación con África, Asia y América Latina. Este cambio coincide con el discurso del presidente Maduro sobre la construcción de un “mundo multicéntrico y pluripolar”, en contraposición al orden global dominado por las potencias occidentales.
El comunicado oficial insiste en que las decisiones adoptadas buscan “defender la soberanía nacional” y contribuir a un nuevo orden internacional “basado en la justicia, la solidaridad y la inclusión”. En los hechos, Venezuela enfrenta restricciones financieras, sanciones internacionales y limitaciones logísticas que condicionan su capacidad de mantener una amplia red diplomática.