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Sindicales Pedidos Ya | despido | UTP

Persecución sindical

Pedidos Ya: crónica de un despido no anunciado

Una extrabajadora de Pedidos Ya, que permaneció en la empresa seis años e hizo carrera, contó su experiencia en la multinacional. Fue despedida de un día para otro, junto a unas 200 personas que cumplían diferentes tareas, pero tenían algo en común: estar sindicalizadas.

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A inicios de enero unos 250 trabajadores y trabajadoras de Pedidos Ya recibieron un email de la empresa que convocaba a una reunión virtual bajo el asunto “novedades”. En esta instancia, se les informó el despido argumentando que la empresa trasladaría su operativa al exterior. En esta maniobra, fue desvinculada la totalidad de personas que se encontraban afiliadas a la Unión de Trabajadores de PedidosYa (UTP) y una minoría que no lo estaba.

Una de las trabajadoras víctimas de los despidos masivos fue Georgina González, quien ingresó a la multinacional en el año 2018, con 19 años, y fue ascendiendo a diferentes puestos hasta que el viernes 5 de enero de este año fue despedida. En diálogo con Caras y Caretas contó que no pesaban sobre ella antecedentes de mala conducta en el trabajo ni bajo rendimiento, sino que sus devoluciones eran siempre positivas. Pero González estaba vinculada al sindicato desde su creación, en el año 2019, y en 2022 fue designada como delegada. Ese hecho es a su entender lo que la llevó a estar desempleada.

Ser parte de UTP

Según la entrevistada, la creación del sindicato fue “súper difícil” porque “despedían a la gente que hablaba del tema” bajo argumentos como el mal comportamiento o no cumplir con las expectativas de la empresa. “Luego de reuniones clandestinas con grupos pequeños de gente, para que no sospechen, en noviembre de 2019 se terminó de armar UTP. De a poco se fue sumando gente. Al principio había mucho miedo porque los supervisores siempre decían que el sindicato no servía para nada, que no se le podía pelear nada a la empresa desde un sindicato, y siempre estaban ensuciando la imagen de la lucha sindical. Además, había miedo de afiliarse porque compañeros que lo habían intentado anteriormente fueron desvinculados”.

De todos modos, la trabajadora se afilió al sindicato y lo que siguió fueron épocas donde la persecución sindical y el hostigamiento estuvieron muy presentes. “Cuando pasé del puesto de team leader a analista de performance, el manager del equipo para el que trabajaba me dijo: pasaste de poder tomar las decisiones siendo líder a tener que acatar todo lo que yo diga. Cuando lo hablé con mi jefe nuevo él se enojó, pero fue un enojo

que no llegó a nada, nadie le dijo a ese manager que había estado mal. En otra oportunidad, hubo una reunión para decidir un proceso, en la que los equipos tenían que votar por diferentes opciones. En ese momento, como había empate, el manager de customer service, me dijo que tenía que votar la opción que su equipo había elegido, que recordara que yo estaba en ese puesto porque él lo había permitido”.

González aseguró que cuando vivía ese tipo de situaciones de acoso laboral quedaba “en shock” y que sentía “un menosprecio importante” hacia sus capacidades. “No estaba en ese puesto solamente porque él lo permitió, sino porque tengo las habilidades. Esa reunión fue muy terrible porque estábamos debatiendo un proceso que no tenía nada que ver con mi rol ni con mi pasaje al nuevo equipo”.

También padecía hostigamiento en las presentaciones de informes o proyectos de trabajo, instancias donde las autoridades le hacían sentir que había rencor hacia ella. “Todas las veces que yo presentaba me repreguntaban constantemente un montón de cosas que a mis compañeros no, en una misma presentación, en un mismo discurso. Era algo muy notorio”.

Este tipo de situaciones la llevaron a transitar periodos de angustia y ansiedad, por lo cual debió iniciar un tratamiento con psiquiatra. “Llegué a estar bastante jodida porque todo eso que me decían me lo empecé a creer y me afectaba muchísimo, sentía que no servía para el cargo. Estaba todo el tiempo a la defensiva o modo alerta viendo cuando venía el ataque para poder responderlo. Pasé pila de meses durmiendo dos o tres horas por día porque pensaba en las discusiones del trabajo, en qué podría haber contestado las veces que me quedé callada”.

“Novedades”

Consultada por la dinámica de la reunión virtual en la que finalmente despidieron a más de doscientas personas, expresó: “Fue terrible. Mi caso, en comparación a otros compañeros, fue más tétrico porque en octubre se había abierto un llamado para mi sector y a mediados de diciembre entró un compañero de Argentina a quien yo capacité sin saber que sería mi remplazo. El día del despido estaba con este compañero en la sesión de entrenamiento cuando me llegó el link a un zoom que decía Novedades, Contact Ops. Entonces, le expliqué que me tenía que bajar del entrenamiento para asistir a la reunión y que seguíamos después. El me comentó que le llamaba la atención no haber sido convocado, pero en ese momento ni pensé en un despido. Entendía que mi trabajo no estaba en riesgo ya que hasta el día de hoy hay llamados activos para contratar gente en el puesto de analista de performance, que es lo que yo hacía para Argentina. De todos modos, le escribí a mi otro compañero de Uruguay para consultarle si había sido convocado a la reunión y me dijo que no. Ahí si pensé que me iban a despedir porque era la única de mi equipo que tenía la reunión”.

La reunión duro unos pocos minutos. Las personas convocadas tenían los micrófonos deshabilitados y solo pudieron escuchar como una manager les leyó un texto que comunicaba que la relación laboral con la empresa había llegado a su fin. Luego les habló uno de los abogados de la empresa para decirles que las computadoras que utilizaban para trabajar iban a ser bloqueadas al termino de la reunión. Les informó también que podían conservarlas, pero que debían ir a la empresa a resetearlas. A los compañeros no sindicalizados despedidos se les comentó que si estaban de acuerdo podían pasar sus datos personales a Xtendo Uruguay, una de las empresas tercerizadas que tiene más gente trabajando para Pedidos Ya. Es decir, se les dio la posibilidad de retomar la fuente de trabajo mediante esa otra empresa. “Terminó de informar, se despidió fríamente y se cerró el zoom. No me puedo olvidar las caras de los compañeros y compañeras que estaban en la reunión, sobre todo la imagen de una madre angustiada con su hijo jugando atrás, en su mundo, mientras ella era despedida. A los segundos se cortó el zoom y nos bloquearon las computadoras. Muchos de nosotros somos estudiantes universitarios y teníamos un montón de parciales, exámenes, documentos, PDF, libros y demás. Perdimos todo porque resetearon las maquinas”.

La trabajadora manifestó sorpresa ante el despido, ya que tuvo varios ascensos y sus supervisores le solían decir que superaba las expectativas. "Por qué despedir a una persona que supera las expectativas? Es contradictorio. Entre las personas que no fueron despedidas habían algunas con problemas de comportamiento que no recibieron ni un llamado de atención. Luego del despido, mandé varios emails para pedir la constancia de la desvinculación y sobre mi rendimiento, ya que solo nos notificaron por zoom. Todavía estoy esperando la respuesta".

La sede central de Pedidos Ya en Uruguay operaba para mercados de 15 países y argumentó los despidos bajo la consigna de que el equipo de operaciones regional dejaría de operar en el país para pasar a un formato de tercerización. Pero llamó la atención que la mayoría de las personas despedidas, unas doscientas, estaban sindicalizadas. “En mi caso fui la única despedida de un equipo de 16 personas, y también la única que estaba afiliada al sindicato. No es un dato menor que en los 251 despedidos está comprendida la totalidad de lo que era UTP. Es decir, echaron al 100 por ciento de la población sindicalizada y sumaron a alguna que otra persona que tenía un rendimiento bajo. Es clarísimo el mensaje”.

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