Para “nosotros en la educación nada puede funcionar sin una buena dotación de profesores bien apoyados”, subrayó, e indicó que, “lamentablemente, en todo el mundo estamos viendo una escasez cada vez mayor de profesores”, y pasó a desarrollar un panorama desalentador para el sector: “Según la Unesco, se prevé una escasez de profesores en todo el mundo de unos 44 millones. Para finales de la década, todas las partes del mundo se verán afectadas por esta escasez de profesores y será más predominante en el África subsahariana”.
Incluso “la escasez de profesores ya está afectando a países de Europa, América del Norte, Australia, pero también América Latina”. Para este último caso, según la Unesco “se prevé que podría haber una escasez de tres millones y medio de docentes”. Por lo tanto, “tenemos la obligación de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para asegurarnos de cuidar el futuro de la profesión, porque sin la profesión, en última instancia son los estudiantes los que sufren, porque se les negará un profesor cualificado en cada aula, todos los días, en cada lección”.
Esta crisis “es tan grande y preocupante que en septiembre de 2002, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, encargó crear un grupo de alto nivel, integrado por exjefes de Estado, presidentes, exministros de educación y otros expertos, incluidos representantes de nuestro sindicato de la educación”.
Según la Unesco, se prevé una escasez de profesores en todo el mundo de unos 44 millones. Según la Unesco, se prevé una escasez de profesores en todo el mundo de unos 44 millones.
Agregó que después de 12 meses de investigación, el grupo elaboró un informe y 59 recomendaciones. “Estas concluyen que la situación es grave y detallan para los gobiernos de todo el mundo las miles de medidas que deben adoptarse para abordar la escasez de docentes”. “Y la respuesta es sencilla”, sentenció. “Deben invertir en los docentes y en la educación pública”.
Gavrielatos señaló que esta crisis se ha estado gestando durante casi tres décadas, a consecuencia de la aplicación de “políticas neoliberales que han dado como resultado recortes presupuestarios, medidas de austeridad y una falta de inversión en educación y en docentes”. Por esta razón es que la Internacional se ha fijado como prioridad “exigir cuentas a los gobiernos, las organizaciones intergubernamentales y las instituciones financieras internacionales por las políticas que nos llevaron a esta crisis”.
Docentes y recursos
Usted encabeza una asociación internacional que reúne a docentes de todos los continentes. En ese marco, ¿los problemas de la educación pública son similares, tienen coincidencias?
-Son los mismos problemas. No estamos viendo que los gobiernos inviertan en educación. Ni que, por ejemplo, cumplan con la inversión mínima. Tampoco estamos viendo que inviertan en docentes. Y estamos viendo eso en todas partes del mundo.
Y son los estudiantes los que sufren, es a ellos a quienes se les niega su aprendizaje, se les niega su futuro. Por eso entendemos que estas recomendaciones hablan muy claramente. Hay una claridad que normalmente no vemos en los documentos de las Naciones Unidas, la OIT y la Unesco. El lenguaje es claro: los gobiernos deben actuar, deben invertir en los docentes, deben pagar un salario competitivo en comparación con otras profesiones con requisitos y calificaciones similares. Los gobiernos deben abordar, también, el trabajo precario.
Y son claras al decir que los gobiernos deben dejar de emplear docentes no calificados o subcalificados. Además, son claras respecto a proporcionar el nivel mínimo de financiación para la educación, el 6 % del PIB y el 20 % del presupuesto nacional. Ese es un mínimo, pero no lo vemos en la mayoría de los países del mundo. Por lo tanto, los problemas son similares. Y si los problemas son similares, las soluciones también.
En cuanto a los problemas cotidianos, ¿cómo se expresan?
-Por ejemplo en que los trabajadores de la formación docente están sobrecargados de trabajo, mal pagados y subvalorados. Si se conoce la causa de un problema, por definición, se conoce la solución. Es hora de que los gobiernos cumplan con su responsabilidad para garantizar que tengamos maestros bien apoyados, calificados, en cada aula y para garantizar que nuestras escuelas, los centros de educación infantil, los de formación profesional y las universidades estén adecuadamente financiados.
Aprovechando su visita a Uruguay, ¿qué impresión le ha dado el estado de la educación pública?
-Lo que he visto es el trabajo de los representantes de los docentes, los líderes de los sindicatos. Y puedo decir que estoy muy impresionado con su dedicación para lograr la mejor educación de calidad para todos. Me impresiona su dedicación, su compromiso, su motivación para lograr lo mejor; lo mejor para cada estudiante y por supuesto lo mejor para cada maestro.
Un político me criticó por poner énfasis en los maestros. Lo que le dije a ese político fue que los maestros están en el corazón de la educación. Y si no cuidamos a los maestros, ¿cómo esperamos que los maestros cuiden a los estudiantes?
Cuando uno sube a un avión, antes de que despegue la tripulación de cabina anuncia que en caso de emergencia, si baja el oxígeno, caerá una máscara del techo. Luego dicen que te pongas la máscara tú primero para poder cuidar a los niños a tu cargo. Los maestros son exactamente iguales. Tenemos que cuidar a nuestros maestros. Por eso, me impresiona la dedicación y el compromiso de todos los representantes de los docentes que he conocido en Uruguay, que están comprometidos con el cuidado de su educación y de su fuerza laboral para ofrecerles las mejores oportunidades posibles.
Ahora, volviendo a los problemas de la educación pública, ¿solo la acción de los sindicatos o también se requiere del involucramiento de la sociedad y de los poderes públicos?
-Sabemos que no podemos hacerlo solos. No podemos lograr ese refinamiento progresivo de las políticas y los resultados educativos. No podemos hacerlo solos y es por eso que siempre buscamos aliados y trabajamos con ellos. Y en ese sentido, no hay alianza más fuerte que la alianza entre maestros y padres. Esa es una alianza de importancia crítica. Y siempre trabajamos para tratar de involucrar a los padres.
Trabajamos con otros miembros de organizaciones sociales, por ejemplo, el movimiento estudiantil. Respetamos a los estudiantes y sus voces, y por supuesto respetamos y buscamos trabajar con otras organizaciones, incluido el movimiento sindical, para promover nuestros objetivos de política.
¿Cuáles son las perspectivas en general con la educación pública?
-Para ser honesto, soy pesimista y optimista a la vez. Estoy muy preocupado. Soy pesimista porque nunca antes hemos visto a nuestra profesión en un estado tan frágil: faltan 44 millones. Y nunca antes hemos visto a la educación pública, a la que se le ha negado y privado de la inversión que necesita, como la estamos viendo ahora. Así que eso me hace pesimista.
Pero también soy optimista porque sé, después de haber terminado dos días de una reunión con representantes de los sindicatos de trabajadores de la educación de toda América Latina, que seguirán haciendo todo lo que esté a su alcance para construir las campañas y el movimiento necesarios para convencer a los gobiernos de que cumplan con sus obligaciones; sus obligaciones de invertir en los maestros y en la educación pública.
Hace unos días la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza presentó a los partidos políticos sus propuestas programáticas, ¿cómo las aprecia?
-Tuve el privilegio de ser invitado a lo que era una reunión pública y también estaban invitados representantes de partidos políticos. Desafortunadamente, algunos partidos no vinieron. Pero lo que me dio optimismo fue que esta coalición de sindicatos de trabajadores de la educación presentó una propuesta muy detallada para que el próximo gobierno la observe y respete para mejorar la educación en Uruguay.
Los sindicatos aquí han puesto mucho trabajo en esto para desarrollar una propuesta. Fíjese que los gobiernos dicen que los sindicatos siempre son negativos. Afirman que nunca tienen una propuesta. Bueno, en Uruguay tenemos una propuesta muy detallada desarrollada por el sector de la educación, una propuesta muy madura. Eso está esperando allí para el próximo gobierno.
La educación privada es una realidad y hay una tensión, una contradicción entre el público y el privado. ¿Cómo sería deseable, si es que lo fuera, que pudieran convivir? ¿Cuál sería el escenario ideal?
-Mi trabajo es defender la educación pública. Y mi preocupación, nuestra preocupación, es tal que siempre nos centraremos en la educación pública. Recordemos que en la educación pública las escuelas están abiertas a todos los niños, son gratuitas, de acceso universal, una educación pública inclusiva. Eso es lo que defendemos para nuestras escuelas.
Independientemente de los antecedentes, independientemente de las circunstancias, voy a seguir centrándome en garantizar que los gobiernos cumplan con su obligación de educación pública. Una escuela pública de la más alta calidad para cada niño en cada barrio. Eso es lo que defenderé.