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Sociedad Trastornos de la Conducta Alimentaria | TCA | anorexia

Enfermedades silenciosas

Trastornos de la Conducta Alimentaria: sufrir en silencio

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria aparecen a edades tempranas, sobre todo en niñas y adolescentes. La detección precoz es esencial.

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Cada 30 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), que son enfermedades de salud mental asociadas con la alimentación, para "visibilizar la importancia de la prevención y detección precoz de este tipo de alteraciones alimentarias y huir de la estigmatización y el exceso de juicios sociales" que rodean a este tipo de enfermedades.

Existen diferentes tipos de TCA, que se consideran enfermedades relacionadas con la salud mental, y cada uno tiene sus particularidades: bulimia y anorexia son quizás los más conocidos, pero también se habla de ortorexia (obsesión patológica e irracional por comer sano y por la calidad de los alimentos que se ingieren), vigorexia (alteración de la imagen corporal por la que el paciente presenta una preocupación excesiva hacia su cuerpo), permarexia (hacer dietas de manera constante), megarexia, pica.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que los TCA están dentro de las tres enfermedades más comunes entre niñas, niños y adolescentes. Las cifras aumentan año a año, sobre todo en la franja etaria 12-24 años. En más del 80% de los casos diagnosticados las pacientes son mujeres, salvo en el caso de la vigorexia o dismorfia muscular, que afecta más a los varones.

No hay datos específicos en nuestro país sobre cuántas personas padecen TCA, sus edades o su género.

La detección temprana de los TCA es clave para su tratamiento. Es importante estar alertas, coinciden las y los especialistas nacionales e internacionales, para ofrecer ayuda a personas de nuestro entorno que puedan tener un trastorno de la conducta alimentaria.

De acuerdo con información publicada por Victoria Tabárez, licenciada en Nutrición, en la revista de salud del CASMU, algunos de los factores que predisponen a las personas a padecer estas enfermedades son:

  • Tener antecedentes familiares de TCA.
  • Convivir con una familia preocupada por la imagen y la apariencia (supeditada al “qué dirán”).
  • Familias sobreprotectoras y disfunción familiar.
  • Incidencia de los medios de comunicación.
  • Personalidades altamente perfeccionistas e hiperexigentes.
  • Practicar en exceso ciertas actividades físicas.
  • Haber llegado a la pubertad con sobrepeso.
  • Constante bombardeo publicitario de productos para adelgazar.

Ante la presencia de estos síntomas es importante consultar con profesionales del área de salud mental. No culpar a las personas que tienen TCA es fundamental, dicen las fuentes expertas; hay que ser conscientes de que son enfermedades, no se solucionan solo con voluntad.

Los TCA existen en todo tipo de cuerpos, son enfermedades a veces invisibles, son trastornos de la conducta alimentaria, muchas veces afectan de manera silenciosa a quienes los padecen.

La anorexia es, aseguran desde la Asociación de Lucha Contra la Anorexia y la Bulimia (ALUBA) de Uruguay, el TCA con efectos físicos más notorios: principalmente la pérdida de peso. Pero, en otros casos, es necesario prestar atención a señales más sutiles o que la persona puede esconder, disimular.

Por ejemplo, la anorexia nerviosa puede ser de tipo restrictivo (limitación de consumo de alimentos) o de tipo compulsivo-purgativo (se constatan episodios de descontrol alimentario (atracones) y/o métodos compensatorios purgativos para evitar aumentar de peso).

En el caso de la bulimia nerviosa también hay diferencias entre el tipo purgativo (incluyen métodos compensatorios; vómitos autoprovocados, abuso de laxantes,

abuso de diuréticos, abuso de enemas, abuso de medicación para descender de peso) y el tipo no purgativo (exceso de actividad física y/o ayunos prolongados).

Los síntomas más comunes de la vigorexia, que afecta principalmente a los varones, incluyen mirarse constantemente en el espejo, comparar frecuentemente su cuerpo con el cuerpo de otra persona, sentirse estresado cuando se salta una sesión de entrenamiento o una comida, preocupación frecuente por alcanzar su objetivo de ingesta diaria de proteínas, descuidar vínculos, hacer que el ejercicio sea la prioridad central en la vida.

Violencia estética y cultura

Los trastornos de la conducta alimentaria tienen más incidencia en niñas, adolescentes y mujeres adultas por la presión social asociada con los ideales de belleza que atenta contra la salud física y mental. A eso se le llama violencia estética.

Las redes sociales han profundizado el impacto de los cánones de belleza, sobre todo en personas menores de 18 años. Los TCA y los índices de suicidio de niñas de entre 10 y 14 años se dispararon en Estados Unidos, informaron en el documental El dilema de las redes sociales, en ambos casos influidos por Instagram.

La persistencia de los modelos de cuerpos deseables, cuerpos bellos y cuerpos que deben ser modificados afecta la salud mental de las personas a edades muy tempranas. Y es una problemática cultural y social, no nos es ajena.

¿Cuántas veces hemos hecho comentarios sobre cuerpos ajenos? ¿Cuántas veces le dijimos a alguien "¡ay, qué flaquita que estás!", sin saber el motivo de que haya adelgazado? ¿Haríamos lo mismo con alguien que subió de peso?

No importan nuestras intenciones a la hora de hacer el comentario, empatizar implica ponerse en el lugar de la otra persona y comprender que no sabemos qué le está sucediendo, por qué subió o bajó de peso, si la apreciación sobre su cuerpo va a incidir en su ánimo o incluso en su salud mental. Salvo que conozcamos muy bien a la persona y sepamos cómo le va a caer el comentario, mejor ahorrarse la opinión.

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